Habana Blues: Retratos de Mujer
En esta película de Benito Zambrano aparecen dos retratos de mujer que me gustan: La mujer del protagonista y la española que trabaja para la productora que en teoría le va a solucionar la vida a ese protagonista.La mujer, madre de dos hijos, vive con él a pesar de que no paga el alquiler, él se acuesta con otras (dice la película que por negocios, y a pesar de eso en ningún momento se cuestiona la moralidad del hombre salvo para recprocharle lo mal que trata a su mujer), se desntiende a menudo de sus hijos y, en definitiva, sólo le presta atención cuando ella anuncia que se larga. Hay momentos bellísimos en la historia que nos muestran como la mujer tiembla, se debate, se pega de tortas consigo misma y hasta le dice a él que no, que lo deje, que no la mire así. Una tía que conoce su propia debilidad, que la asume pero que, una vez tomada la decisión, se mantiene firme a pesar de que todas las células de su cuerpo le gritan que se quede en Cuba al lado del desastre al que ha hecho padre de sus hijos.
Me gusta ete personaje porque es una mujer real, una mujer con contradicciones, que ama intensamente, que ha sufrido el desengaño de su vida, que ha tomado una decisión que cree correcta y que la mantiene. Y la mantine por encima de las exigencias y la manipulación del hombre al que ama. Mucho que aprender, sin duda. Aunque no me emocione el hecho de que gran parte de su motivación sea el futuro de sus hijos, lo que por otra parte es una razón muy válida para hacer las cosas. Yo habría preferido que no tuviera hijos y que se mantuviera en sus trece por sí misma.
El segundo personaje es la enviada de la productora. Una cabrona con pintas, sí señor. Y aquí aprovecho para hacerme con el concepto de cabrona del que todas deberíamos estar orgullosas. Porque una mujer es una cabrona si se preocupa de su éxito profesional, si antepone su carrera a su vida sentimental y si, en definitiva, hace todas esas cosas que a los hombres se les presuponen. Pues bien, esta cabrona tiene dinero y tiene poder. Está en su mano sacar de Cuba a los músicos que elija y que en principio quieren salir de allí a toda costa (luego resulta que todos no son así). El protagonista la seduce para tener más puntos a su favor y, cuando se da cuenta de que lo que ella ofrece no es lo que él quiere, deja el jueguecito. Ella acepta la seducción por lo que es e incluso se lo deja muy clarito con una palabra detrás de otra. Y cuando el juego se acaba, lo siente, pero no deja que eso le amargue la vida.
Se trata de una mujer mucho más racional que la otra. Hay quien identifica la racionalidad con la frialdad. Yo no creo que sea así. La mujer siente deseo y tiene sentimientos... pero decide que hay otras cosas en su vida que son más importantes. Si se para uno a pensarlo, es lo mismo que hace la otra. Pero como esta no tiene hijos parece que tiene menos derecho. No tiene hijos ni es un hombre...
Es curioso como las actrices que encarnan a ambos personajes son tan diferentes: la cubana más bajita y redondeada. La española alargada, huesuda, flaca... Como todas las películas, esta es manipuladora y deja ver que la buena opción es la de la madre amante de sus hijos. Pero no lo hace de mala fe y, aunque a Zambrano se le ve la herencia cultural (la tenemos todos), tampoco trata mal al personaje de "la mala". En una película que trata, entre otras cosas, de lo duro que es a veces seguir el camino propio desligándose de las personas a las que se ama, ninguna de estas mujeres sale mal parada.
Hay que agradecer que los personajes hayan trascendido una gran parte de los estereotipos al uso.
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